Roland
Barthes nació en Cherbourg, Francia en 1915 y murió 65 años después en Paris.
Dentro
de su profesión, la semiología y sus estudios de los símbolos y su lenguaje, Roland
Barthes publica en 1980 La Cámara lúcida,
obra en la que analiza la muerte creando una reflexión a través de la
simbología en la fotografía. En palabras de Joaquím Sala Sanahuja (escritor
del prólogo a la edición castellana) "Barthes intentará delimitar
qué es lo que produce de una fotografía un efecto particular en el
observador".
En
la primera parte del libro, Roland nos dice "La fotografía remite siempre
el corpus que necesito al cuerpo que veo..." La fotografía repite mecánicamente
lo que ya no existirá. Nos lleva a preguntarnos "¿por qué escoger
(fotografiar) tal objeto (el blanco), tal instante, y no otro?" tratando
de buscar aquél rasgo fundamental por el cual la fotografía existe. La
explicación que busca dar es esa atracción que él sentía hacia ciertas fotos y
la búsqueda de la definición de ese algo.
Una "agitación interior" que
al final define como una animación, no
de la foto, sino, de la acción que ejerce sobre él.
A través de sus reflexiones explica cómo en su
contacto con la fotografía él solo es participe en dos modos del sujeto: como
el sujeto fotografiado, el "sujeto mirado", y el que mira, el
"mirante". Él, al ser el sujeto mirado y saberlo, cambia su postura
frente a la realidad y opta por <<posar>> siendo esta fotografía la imagen de un
<<yo>> que no coincide con el verdadero yo, por lo que en pocas
palabras la fotografía nos saca de nosotros mismos convirtiéndonos en un objeto
inanimado, muerto.
Pronto
Roland llega a la conclusión de la existencia de dos elementos que establecen
el interés particular por ciertas fotografías, un Studium y un Punctum:
-Studium: es el referido al cómo se
participa con lo fotografiado” del gusto” “de su aplicación a una cosa” de si
está “Bien”. Pertenece a la categoría del “to
like” y no del “to love”. Implica
el comprender el propósito y la intención, el mito, del Operator ( el fotógrafo) desde la postura del Spectator ( el que observa el producto y resultado del fotógrafo).
-Punctum: Viene a perturbar el
estudio del Studium. Es aquél “…pinchazo,
agujerito, pequeña mancha, pequeño corte, y también casualidad. [...] El punctum de una foto es ese azar que en
ella me despunta…” Aunque se distinga
o no “…es lo que añado a la y que sin embargo está ya en ella”.
El
escritor se imagina cómo será el sentimiento del Operator al ejercer su tarea de "sorprender algo o a
alguien" siendo este gesto un éxito para el fotógrafo y una sorpresa para
el Spectator y el sujeto fotografiado
por el desconocimiento de esta acción cuando está siendo procesada por el Operator. Esta sorpresa también es
producida por un choque ante la rareza del referente (Spectrum), ya sea una anomalía, un momento invisible para el ojo
humano ("numen") como una
escena inmovilizada, la "proeza" o las contorsiones de la técnica y
el hallazgo, siendo estos momentos sorprendentes por el hecho de no saber cómo
y porqué han sido tomados.
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André Kertósz: La balada del violinista, Abony (Hungría) 1921 |
Habla
de la foto unaria, aquella que no
contiene un punctum ni algún tercer
aspecto indirecto o dual que tenga un detalle que llame la atención, que nos
disturbe, que haga que le demos a la foto un valor más alto sobre las otras.
Ejemplifica este punctum con una
fotografía de Kertósz, en la que capta a un violinista ciego guiado por
un niño, para Barthes el punctum lo
encuentra en la calzada de tierra batida que la ve como un referente a Europa
Central, lugar en el que ya ha estado, en cambio, para mí, el detalle que me
disturbó fue el tercer personaje, un niño más pequeño que el guía es un niño
del que no se nada, pero que, por el echo de estar presente en la escena
totalmente fuera del contexto me crea un conflicto, ya que no se ni el porqué de
su presencia y tampoco la dirección en la que va, además de que me preocupa mucho
el echo de que esté sólo; sobre esto explicaría el autor dentro de su teoría, que yo
tengo una relación establecida indirectamente e inconscientemente con algún
aspecto de ese detalle que me punza.
Por
otra parte las fotografías que solamente tienen el studium se presentan como un momento inmóvil sin puntos ciegos.
Todo lo que está en esas fotos inmóviles, está ahí sin estarlo afuera
necesariamente, no tiene una relación con lo que se encuentra fuera de ella, con el
exterior; en cambio las fotos con el punctum
si lo tienen, tienen un campo ciego que se encuentra en el exterior de la
imagen y nos crea una intriga.
La segunda parte del libro tiene el objetivo de encontrar ese algo evidente que
a quien sea que vea una foto le haga una distinción de una fotografía en
relación a las otras. Entonces así emprende un análisis minucioso de una serie
de fotografías de su madre poco tiempo después de que ella fallece. En estas
fotos su madre se siente lejana, siendo fotos que no lo invitan a sumergirse en
ellas; Barthes al describir este proceso nos dice las cuestiones que pasaban
por su mente al ver a su madre en todas esas fotos: ¿la reconocía? "no era ella, y sin embargo tampoco era
otra persona". entonces Barthes se
percató de que todas esas fotos tenían algo en común, un lugar exclusivo para
la claridad de los ojos de su madre.
En
este recorrido por la historia de su madre a través de las fotos llegó a una en
la que logró descubrir a su madre en ella, una foto de cuando su madre tenía
tan sólo 5 años donde se encontraba en un invernadero en compañía de su hermano
2 años mas grande que ella (esta foto es nombrada posteriormente en el libro
como La foto del Invernadero, con mayúsculas por su importancia dentro de su
discurso). Esa fotografía era la única que le daba el recuerdo real de la
esencia real de su madre: una persona llena de bondad. La foto contenía el
referente que a diferencia de una pintura puede demostrarnos lo verdadero de
ese momento, la existencia del referente en ese espacio y tiempo, su madre como
una niña, la niña que solía ser ella.
Además
toca el tema del color en las fotos, dice que la foto al ser un proceso químico
en el que los rayos de luz del objeto fotografiado se plasman en la placa, se
hace una ligadura entre el objeto del pasado y los ojos del presente, entonces,
el color, es una pantalla falsa que cubre la capa real del blanco y negro.
"Esto
será y esto ha sido” son las expresiones de las que parte Roland para explicar
un segundo punctum, diferente al
detalle que punza. Éste nuevo punctum
es aquél que de cierta forma perpetúa la vida pero advierte el futuro de la
muerte. Habla también del aire que
seria el alma del cuerpo fotografiado. Comparado con otro elemento, el menos
profundo del retratado, el <<parecido>>, aquello que sabemos de la
persona y con lo que ésta supuestamente debe cumplir en la imagen que da al ser
fotografiado.
El
autor le da a la fotografía el poder de la autenticidad, de poder comprobar la
existencia del referente. Para poder entender esto creo que tenemos que
contextualizar la fecha de publicación de este libro en el año de 1980, la fotografía
digital apenas tenía sus primeros intentos con kodak alrededor del año 1975, y
aun no era imaginable todo lo que ahora es posible manipular en una fotografía
digital. Entonces lo que para Roland representaba la autenticidad en la imagen,
para nuestra época ya es una autenticidad transformada o sin un referente real
necesariamente. Aunque aún así me parece valiosa esta interpretación puesto que
la fotografía siempre tendrá un punto de partida que a nuestra vista por lo
pronto sigue pareciendo auténtica.
Este
libro me hace pensar en muchas cosas a la vez, lo que más me impacta y me
emociona de alguna forma, es la manera en la que nos logra sacar de las fotos,
nos lleva por su análisis metafísico en un viaje de preguntas como ¿qué somos
dentro de una fotografía?, somos el referente, pero algún día lo dejaremos de
ser, moriremos y ¿qué quedará de nosotros en ella?, ¿qué es la vida en una foto?, ¿qué es la muerte?, quien la vea en un futuro ¿le producirá nostalgia? o ¿será
alguien al que yo (el referente; Spectrum) no le produzca nada trascendental?.
"La fotografía me permite el acceso a un infra-saber"
Roland Barthes. La Cámara lúcida.
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